Opinión


Carmen Solares

Nuevos aprendizajes, nuevos desafios

Carmen Solares

23 Noviembre, 2015

Quiero seguir una línea lógica  y continuar hablando del proyecto que nuestro encargado de comunicaciones describió en la última entrada de su blog: el proyecto AMADE. No voy a detenerme mucho en describir en qué consistió nuestra intervención ni los resultados que obtuvimos, pues si al lector le interesa puede encontrar esta información en nuestro sitio web, sino que quiero compartir con ustedes dos conclusiones sobre las que los profesionales que colaboramos en el proyecto hemos conversado y reflexionado largamente.

Lo primero es hacer un ejercicio de “introspección” disciplinaria; si AMADE nos ha enseñado algo es que nuestros instrumentos no están pensados para evaluar a personas cuyo desarrollo ha seguido una trayectoria diferente. Es así.

Puede que la pericia de los evaluadores permita superar las barreras que las alteraciones severas de movilidad o del lenguaje suponen para el ejercicio de evaluación, pero, aun así, ¿realmente un percentil o una desviación típica determinada nos aporta algo sobre el funcionamiento cognitivo de una persona cuyas experiencias y oportunidades no se asemejan en absoluto a las de la muestra de estandarización?

Este proyecto ha sido un jarro de agua fría en ese sentido, y las flaquezas de las pruebas actuales de evaluación han salido a la luz. Sin embargo, no nos hemos tomado esto como una derrota, sino como un punto de inflexión y debate. Una nueva bocanada de aire para continuar trabajando en el diseño de pruebas válidas para poblaciones especiales, lo que fortalece una línea de investigación que ya se se venía desarrollando en CEDETi UC.

Lo segundo que le debemos a este proyecto es que nos permitió involucrar un rol fundamental en el proceso de estimulación: el del familiar como mediador. Suele pasar que la deformación profesional te lleva a enfatizar los aspectos médicos o psicológicos en los procesos rehabilitadores y terapéuticos,  dejando de lado una parte esencial de la perspectiva biopsicosocial en la que están inmersas las ciencias de la salud. AMADE nos ha permitido entregar un papel protagonista a los padres, ya que ellos fueron quienes aplicaron la intervención que diseñamos y también los primeros en ver los avances. Buscábamos lo que conseguimos, que el impacto de la intervención fuera más allá de las habilidades cognitivas de los niños, mejorase la calidad de las relaciones intrafamiliares, se aprendieran nuevas dinámicas de interacción y se creasen recursos para la felicidad.

El proyecto ha sido para todos los que participamos en él una muy bonita experiencia gracias a los niños maravillosos que conocimos y a sus esplendidas y dedicadas familias. Puede que los números no hayan sido significativos, pero ha supuesto un gran aprendizaje personal y profesional. Sus resultados nos han ayudado a diseñar el modelo de trabajo que queremos seguir en el Servicio de Tecnologías de Apoyo y, lo más importante, nos motivan a seguir investigando y trabajando con las personas y con sus necesidades especiales.

Sobre el autor

La neuropsicología tiene ese don de las ciencias que prometen que siempre habrá un cuestionamiento más