Opinión


Karin Schröder

La calidad en educación está en el valor de la diferencia

Karin Schröder

11 Septiembre, 2015

Soy Karin Schröder, tengo tres hijas. Hace 19 años nació nuestra primogénita, Caterina, con síndrome de Down. ¡Junto a mi marido comenzamos a formar desde entonces una familia maravillosa, llena de desafíos y nuevos aprendizajes!

A partir del nacimiento de Caterina, surgió en mí la misión de ir generando cambios sociales, a favor de la inclusión. De eso, si me lo permiten, me gustaría conversar con ustedes aquí, en esta nueva experiencia que inicio con este blog en CEDETi.

Soy educadora de párvulos y tengo la convicción de que la calidad de la educación se construye a partir del valor de la diferencia. Y la educación, por supuesto, supone la base a partir de la que impulsar cualquier cambio social de largo recorrido.

Creo además que la inclusión se basa en ACTITUDES FUNDAMENTALES, tales como el respeto, el cuidado del otro, aprender a escuchar, ir más lento, potenciar espacios de diálogo, la validación del otro como legítimo y el acompañamiento.

Con frecuencia me siento a dejar huella en el papel, a través de la experiencia vivida.

En septiembre del año 2007 inicié la creación de este blog que ahora les comparto con diferentes objetivos:

  • Facilitar el camino de las generaciones que vienen a través de compartir experiencias
  • Crear conciencia de nuestro actuar día a día a través de reflexiones.
  • Facilitar información referente a eventos nacionales e internacionales, literatura, materiales educativos, páginas web etc…

Año a año, me involucro con mayor intensidad en el tema de personas con discapacidad intelectual y personas con Síndrome de Down. Sin embargo, el foco de mi intervención está cada día más fuertemente puesto en los contextos.

La diversidad somos todos. Yo simplemente me siento instrumento responsable de anunciar la BUENA NUEVA.

Sobre el autor

En 1992 me titulé de educadora de párvulos, sin saber que mi profesión iba a trascender las aulas. Sin duda el nacimiento de mi primera hija generó en mi alma de educadora un desafío que va más allá. Un desafío en la educación para todos.

He vivido la experiencia de acompañar a los más vulnerables para encontrar mi propia vulnerabilidad. Fueron ellos mis mejores maestros de vida.