Opinión


César Estévez, encargado de comunicaciones

Sobre el papel de la tecnología en la Reforma

César Estévez

30 Noviembre, 2015

Según las cifras oficiales y a la espera de los nuevos datos que arroje el Estudio Nacional de la Discapacidad en los primeros meses de 2016, en nuestro país, el 12,9% de la población vive en situación de discapacidad, esto es 2.068.072 personas. De éstas, cerca del millón se encuentra en etapa escolar, lo que significa que en Chile, considerando núcleos familiares promedio de cuatro miembros, casi cuatro millones de personas reclaman un sistema educativo inclusivo, en igualdad de oportunidades y derechos. Lo que por otra parte viene recogido en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, suscrita por Chile en 2008, y con fuerza vinculante para los estados firmantes.

En términos de inclusión educativa se ha avanzado mucho en las últimas tres décadas; pasando de la exclusión de los estudiantes que tenían discapacidad a la integración en el aula, y, en cierto modo, a la inclusión de los Programas de Integración Escolar (PIE) hoy existentes. Sin embargo, y sin dejar de reconocer el aporte de estos programas, lo cierto es que, en la práctica, la inclusión efectiva de los estudiantes con discapacidad todavía no es un derecho reconocible en muchas de las escuelas del país.

Desde la perspectiva del tiempo se pudo constatar que los PIE llegaron hasta donde pudieron. Ideados desde la política pública, entendieron de forma parcial la realidad de las aulas. Aprendimos que en educación hacen falta políticas públicas diseñadas sobre terreno. Aterrizadas. Políticas que consideren y repliquen modelos que funcionan en algunas escuelas. Que los hay. Políticas públicas que rescaten líderes, nacionales o importados, que sepan exportar el modelo y construir un futuro en equidad para todos los estudiantes.

Hay otros matices igual de necesarios. Todo sistema educativo que se precie de ser inclusivo no puede desmerecer el papel prevalente que la tecnología debe desempeñar. Así debe ser el resultado de la Reforma educativa en curso. Cualquier modelo de educación actualizado tiene que respetar las particularidades del tiempo en el que convive y, en consecuencia, aprovechar las oportunidades que se le presentan. En la era digital, la tecnología tiene penetración en todos los ámbitos y la educación no puede permitirse el lujo de prescindir de estos recursos.

Porque la tecnología no sólo permite espacios de creatividad en la enseñanza y oportunidades de aprendizaje de las que antes no disponíamos, sino que también habilita ventanas de atención individualizada y es respetuosa con la diversidad de los estudiantes, lo que garantiza la igualdad de derechos.

Casi todas las situaciones de discapacidad se pueden atenuar o eliminar en la práctica con tecnología. ¿Dónde radica la dificultad? ¿En el entorno o en la persona? ¿Dónde se ubica la incapacidad, en un SIMCE que no provee mecanismos tecnológicos para ser realizado por estudiantes ciegos o en el estudiante en sí mismo? De igual forma ocurre con las posibilidades de inclusión dentro del aula o con las pruebas de acceso a la universidad. Cabe destacar que la formación en tecnología es una constante en los países que se encuentran a la vanguardia en educación, tanto en la carrera de educación diferencial como en la de pedagogía.

Como Centro de Desarrollo de Tecnologías de Inclusión, nos posicionamos trabajando para aportar estos recursos tecnológicos que contribuyan a la inclusión real de todos los estudiantes, con independencia de si tienen dificultades transitorias o permanentes.

Así nació Sueñaletras, programa de apoyo a la docencia que hace las veces de material educativo con soluciones en lengua de señas para personas sordas; pero también las versiones digitales y accesibles de Papelucho y Los Tres Chanchitos, desarrolladas con financiamiento de Senadis. Ambas son también material educativo adaptado para uso de personas en situación de discapacidad auditiva y visual. Actualmente estamos abriendo una vía de conversación con Editorial Santillana para la provisión de textos inclusivos.

Hay muchos centros, organizaciones y fundaciones haciendo un trabajo de calidad para la inclusión real de los estudiantes. Como indicábamos, también hay colegios, docentes, líderes e innovadores que manejan un modelo actualizado y respetuoso con la diversidad. Tenemos por lo tanto las esperanzas puestas en la Reforma, en el convencimiento de que sepa reunir todas las oportunidades para dar respuesta a las necesidades de la realidad actual.

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La inclusión es inclusión cuando realmente lo es y no sólo lo parece