Opinión


sebastian fernandez

¿Cómo vive la accesibilidad una persona ciega?

Sebastián Fernández

15 Marzo, 2016

En términos generales, la accesibilidad es la capacidad de acceso “universal” que las personas tienen a una edificación, un camino, al transporte público, etc… En otros casos, también se habla de accesibilidad para referirse a cosas intangibles como puede ser un software o la salud, por citar algunos ejemplos.

Si lo expresamos de esta forma, es fácil de entender. Ahora bien, en la práctica, la cosa se complica cuando nos referimos a la accesibilidad de las personas en situación de discapacidad. La pregunta es ¿cómo vive la accesibilidad una persona que necesita unas características de soporte particulares? ¿Es cierto que el mundo es demasiado inaccesible para las personas con discapacidad?

Yo no puedo responder por los demás, pero sí puedo dar a conocer mi caso. Comentar qué cosas han demostrado ser accesibles y para qué otras he tenido que requerir la ayuda de terceras personas. Les adelanto que la historia es más simple de lo que se tiende a creer. Mi nombre es Sebastián Fernández y ésta es la experiencia de un ingeniero en computación ciego, que actualmente desarrolla su jornada laboral en CEDETi UC, mientras compagina el trabajo con los estudios.

Tengo 23 años y actualmente estoy cursando mis últimos años en la carrera de ingeniería civil en computación. Perdí la visión a los 6 años y desde entonces he tenido que arreglármelas para poder aprender igual que los demás, pero sin utilizar la vista.

No fui a una escuela especial, en contra de lo que se pueda pensar. Simplemente fui a un colegio pequeño, recién formado, pero que a grandes rasgos era como cualquier otro. ¿Cómo superé las barreras? Por encima de cualquier otra cosa les diré que para superar los obstáculos hay que tener la voluntad de superarlos. A partir de ahí, y gracias al esfuerzo de mi familia y al mío propio, junto a la ayuda de una educadora diferencial y la colaboración del resto de profesores, fui haciéndome a la vida cotidiana de la escuela, tanto en cuestiones de accesibilidad física como en lo que se refiere a la enseñanza y mecanismos de evaluación docente. Así, logramos encontrar diferentes adaptaciones para cada una de las problemáticas que nos fueron surgiendo.

¿Escritura? Sistema braille en un inicio. ¿Lectura de libros? Se grababan primero en casete, luego se conseguían en audio en CD en la biblioteca. ¿Artes gráficas? Trabajábamos siempre en relieve. ¿Ejercicios físicos? Nunca dejé de participar.

Aprendí que con esfuerzo y la ayuda de las personas involucradas conseguía sortear las barreras que encontraba sin mayor dificultad. Es decir, sí, es posible hacer una vida perfectamente normal.

En la enseñanza media todo fue aún más fácil con la irrupción masiva de la tecnología y su progresiva incorporación a la vida cotidiana. Especialmente gracias al uso de sistemas informáticos personales que podía manejar a voluntad. Antes, siempre hubo computador en mi casa, pero no tenía disposición absoluta. Fue entonces como conocí la que quizá ha sido la herramienta de accesibilidad más importante que he empleado en mi vida: el lector de pantalla.

Con este recurso, la gente con baja visión o ciega total es capaz de interactuar con los computadores casi de la misma forma que lo hace una persona con desarrollo visual típico. Un lector de pantalla permite escuchar los contenidos a través de un sintetizador de voz, al mismo tiempo que facilita la navegación con el teclado para permitir la interacción con el PC. Del mismo modo, en los teléfonos celulares permite que las personas ciegas puedan utilizar las pantallas táctiles.

Creo que se podría decir que la tecnología marcó un punto de quiebre en mi vida. A partir de ese momento, dejé de lado prácticamente el braille para pasar a utilizar recurrentemente sistemas redactados en computador, libros en PDF, apuntes digitalizados, etc… Así hasta llegar a la universidad.

El inicio en la educación superior supuso algunas pequeñas nuevas dificultades. Pasé de moverme en un entorno físico con el que estaba familiarizado, a tener que desempeñarme en uno mucho más grande, que no conocía. Así que de nuevo me vi en la necesidad de buscar una solución de accesibilidad que, en este caso, llegó de la mano del bastón guía, herramienta que me proporcionó autonomía para desplazarme.

En aquel momento quizá experimenté con mayor intensidad la sensación de que para las personas ciegas las cuestiones de movilidad son más complicadas. Pero no imposibles.

No les voy a decir que no faltan infraestructuras accesibles, señalizaciones en braille y sonoras, así como caminos delimitados para seguir. Todo eso es cierto. Pero esas ausencias no nos pueden hacer sentir que estas barreras son infranqueables. Y lo dice alguien cuya independencia en términos de movilidad no es especialmente grande. Lo que quiero dejar claro es que si otras personas son capaces de disponer del transporte público o caminar grandes distancias por la calle, ya sea con ayuda de bastones o perros guía, cualquier otra elección que no sea posicionarse en el mismo esfuerzo no es más que una simple excusa para no avanzar. Por mucho que a quienes les corresponde tomar decisiones en materia de accesibilidad no estén siendo todo lo eficaces que cabría esperar.

Como pequeño recurso tecnológico quiero mencionar que, poco a poco, cada vez existen más aplicaciones para smartphones que sirven para ayudar a las personas ciegas a ubicarse.

Por lo demás, en la universidad encontré dificultad en las representaciones gráficas matemáticas, tanto en ramos físicos, económicos como matemáticos, que logramos solucionar gracias a herramientas de accesibilidad como impresoras y láminas en relieve; o en los casos más simples, con la ayuda de alguien que redibujaba cada gráfico para que pudiera interpretarlo con el tacto.

Estas situaciones hacían necesario que solicitara más tiempo para las evaluaciones, pero con esfuerzo fui sacándolas adelante.

Vida laboral

En la actualidad, compagino mi vida de estudiante con horas de trabajo en el Centro de Desarrollo de Tecnologías de Inclusión de la Universidad Católica (CEDETi UC), donde formo parte del equipo de desarrollo de los distintos software del Centro.

Lo que hago fundamentalmente es testear la accesibilidad de estos programas, y también participo en la revisión del sistema de corrección automático de las baterías de evaluación cognitiva, tales como el WAIS-IV o el WISC III.

Respecto de la accesibilidad, CEDETi propone productos y servicios que son accesibles e inclusivos. Fundamentalmente dirigidas a una comunidad específica, es decir, a personas con cierto tipo de discapacidad. Sin embargo, aún no hemos desarrollado una herramienta que incremente la accesibilidad en general por sí misma.

Me refiero a que desarrollamos productos que son efectivamente accesibles para el público objetivo al que se dirigen, e incluso de forma amplia también para otros públicos con otras discapacidades. Pero son accesibles para esa acción o producto concreto, y no en general para ampliar las posibilidades de las personas con discapacidad en el discurrir de su vida cotidiana.

En mi opinión, una herramienta de accesibilidad integral es aquella que permite a las personas con discapacidad, aunque sea a aquellas con un tipo específico de discapacidad, acceder de manera casi natural a algo que de otra forma le sería imposible. Valgan como ejemplos los punteros que utilizan las personas con discapacidad motora, los audífonos para sordos o los mencionados lectores de pantalla, para personas ciegas. Espero que sea lo próximo que desarrollemos en CEDETi.

Conclusión

Me atrevería a decir que en términos generales la accesibilidad que uno se encuentra en Santiago, al menos para gente con mi discapacidad, cumple con los mínimos. Se puede estudiar, se puede trabajar, uno se puede movilizar de manera independiente, etc.

De otro lado, es cierto que aún hay barreras, pero no son imposibles de flanquear. Existen mecanismos para resolver los problemas que se plantean, y desde luego siempre hay una manera de enfrentarse a ellos y salir victorioso.

Y sobre todo creo que la clave consiste en tener muy presente que el mundo pone piedras en el camino y que al final es uno mismo quien decide si las pasa o no. Las herramientas y adaptaciones te ayudan a sortear estas piedras con mayor facilidad, pero no las pasan por ti.

Además, si encuentras que algo es inaccesible, o que no lo puedes manejar con la facilidad que te gustaría ¿por qué no inventas una solución? ¿Por qué no hablas con sus desarrolladores o las autoridades correspondientes y das tu opinión? Si uno se mueve, las cosas funcionan. Si uno se queda quieto, obviamente no pasa nada.

Sobre el autor

Estudiante ingeniería civil en computación