Reflexiones en torno al voto asistido

El voto asistido es una realidad manifiesta en cada hito eleccionario en nuestro país. Si bien, ha sido un avance en materia de inclusión, hay aspectos que requieren más claridad. Por ejemplo, que la mayoría de las decisiones queda a criterio del presidente de la mesa o delegado del local, como la definición de a quién se considera personas con discapacidad, siendo que algunas discapacidades no se reconocen a simple vista y podría no ser acogida una solicitud de asistencia. También, está la situación de cuando el local no es accesible, tienen peldaños o escalera, no existiendo una instrucción formal sobre cómo proceder, si bajar los votos y las urnas, o bajar sólo el voto y que las o el acompañante de la persona con discapacidad ingrese los votos en las urnas. Ya sabemos que en la práctica se dan ambas situaciones.

Otro tema fundamental es el uso de tecnologías de apoyo para las personas con discapacidad severa, como son los sistemas de comunicación aumentativos y/o alternativos, punteros cefálicos, switch adaptados, entre otros, que facilitan la comunicación y permiten manifestar su voluntad de asistencia o elección de voto, a través de escritura digital o voz sintetizada. Para personas con discapacidad visual, existe la plantilla con ranuras y sistema Braille, mencionadas en la norma, que deben estar disponibles en todo momento para las personas que lo requieran. Por todo esto, es urgente que exista una formación integral y clara para los vocales de mesa y delegados, que permitan el voto asistido sin obstáculos respetando el derecho al sufragio en todos los procesos eleccionarios venideros.